sábado, 19 de noviembre de 2011

something about this place

Estaba en lo de mi abuela, sentada en un sillón, tapada con una frazada, hablando. Se me dio por mirar el comedor. Y ahí pasó. La gente, nace, crece, envejece y muere. La gente cambia, indefectiblemente. Cambian físicamente, cambian sus pensamientos, maduran o no. Cambian de trabajo, cambian de familia, cambian de auto y de casa. Pasan por la vida,cambiando. Pero, ¿que pasa con los lugares?. Es muy raro, algunos cambian, algunos no. Algunos ya no están y otros van a seguir estando, incluso cuando nosotros ya no estemos. Y me quiero referir sobre todo a esa sensación de volver a ver un lugar que hace mucho que no vemos.
Traen recuerdos. Algunos lindos, otros feos. Algunos nos cambiaron, para toda la vida, y tal vez las cosas que pasaron en esos lugares, nos marcaron para siempre. Sin embargo, ellos, los lugares, siguen ahí, inmutables, silenciosos, como si guardaran los secretos de las cosas que se dieron ahí. Miré ese comedor, pero lo miré de verdad. Y puede ser que suene como una película que trata de ser patéticamente emotiva, pero me acordé cuando era chica. Me acordé las peleas en ese comedor, las charlas familiares que más de una vez me dejaron pensando. Me acordé de las cenas, los almuerzos, las risas. Me acodé de toda mi familia, sentada en esa mesa. Y me sentí feliz, porque puedo decir que TODA la gente que considero familia estuvo ahí. De chiquita, de más grande, siempre estuve sentada ahí. Escuchando, viendo, aprendiendo. Y todo pasó en ese lugar. Pero, lo que más me fascinó de eso era el silencio que me devolvía el comedor. Esa respuesta silenciosa, que tantas veces necesito. Es esa sensación de querer escribirle la carta más linda del mundo a ese espacio y que su respuesta sea solo el silencio. Ese es el regalo de esos lugares, el silencio, el espacio que nos da para recordar, sin la necesidad de decir una sola palabra. Y algo todavía más fascinante es que esos lugares, que los siento míos, en realidad, son solo míos en mi cabeza y en mi memoria. Ese espacio, ese lugar físico, es muy impersonal, porque uno se va, pero el lugar esta quieto, esperando... esperando que alguien más lo viva. En el lugar donde pasé mi primaria, ahora está siendo usado por otros chicos, con otras historias, con otro tiempo. La plaza donde iba a jugar después del colegio, ahora puede ser el lugar donde más de uno recibió una piña. El pasto donde me senté con el que ahora es mi novio, la primera vez que salimos, tal vez ahora este un gato, al sol, durmiendo. ¿Quién sabe que será de esos lugares en 10 años? ¿O quién sabe que le pasará a cualquiera en esos lugares, que me marcaron?.
O mirandolo desde otro lado, ¿cúantos luagres habré pisado sin darle importancia, y que tal vez para cualquier otra persona, ese exacto espacio, sea ESE lugar, sea SU lugar?. Imagino todas las historias que tienen guardados esos lugares, historias que nunca nadie las sabrá, solo a las que les toco vivirlas ahi. Cosas malas, cosas buenas, cosas y más cosas. Hechos de nuestra vida que nos toca vivirlas en tiempo y espacio. El tiempo se va, el espacio no. El espacio queda, porque el espacio se presta a que otras millones de historias puedan pasar ahí.

1 comentario:

  1. Ese espacio del que hablás, que hoy para mí no es físico, porque estoy en otro lugar (con otros vacíos e historias), se llena para mi al leerte: de tu risa, de tu adorable diferencia, de tus ojos inolvidables, de una cascada de imagenes, de agua de lágrimas.
    Te quiero con el corazón entero!

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